La vida es una caja llena de sorpresas. Por ejemplo, encontrar el éxito escondido detrás del fracaso.
El éxito es algo que todos queremos lograr pero no podemos definir con certeza. Tampoco se conocen fórmulas para alcanzarlo. El diccionario de la Real Academia Española lo define como el “Resultado feliz de un negocio, actuación, etc.”. La palabra viene del término latino “exitus” (“salida”) y el concepto se refiere al efecto o la consecuencia acertada de una acción o de un emprendimiento. La raíz etimológica se presenta con mayor o menor evidencia según el contexto en que usemos esta palabra, ya que muchas veces expresa “sobresalir”, “salir por encima de la competencia”, “salir de la oscuridad del anonimato”.
Frans Johansson, autor del libro “El momento justo”, sostiene que las historias de éxito están compuestas del azar y momentos aleatorios, “el éxito o el fracaso dependen de instantes brevísimos, aparentemente insignificantes de imprevisibilidad. Estos momentos no se pueden planificar o anticipar, nunca sabemos cuándo pasarán ni en dónde (…) el éxito es una colisión de sucesos, deseos y esfuerzos que se convierten en una amalgama de resultados ilocalizables y embrollados, son consecuencia de la interconexión, de la aleatoriedad”.
Esta definición se acerca bastante a la realidad. La vida de personajes de la talla de Walt Disney, Steve Jobs, J.K. Rowling o Henry Ford, entre otros, son la certificación de que el éxito va acompañado de variables como, por ejemplo, encontrar el momento adecuado y aprovechar las circunstancias, a pesar de los obstáculos que pudieran presentarse.
Los componentes del éxito
Hay miles de definiciones, sin embargo, hay una serie de factores en los que concuerdan la casi totalidad de los especialistas:
1. Crea tus propias metas
Michael Jordan fue rechazado del equipo de básquet en la escuela secundaria. Sin embargo, su pasión y perseverancia lo llevaron a superar el rechazo y creer en su potencial. En pocos años se convirtió en el mejor jugador de la historia del básquet mundial.
Tener una idea en la que se cree firmemente y en la que se invierte el tiempo necesario para desarrollarla es el inicio del camino concreto hacia el éxito.
Frans Johansson afirma que la imprevisibilidad es uno de los componentes de las grandes historias de éxito, pero que también son necesarios la planificación y el orden.
Por eso, es importante que encuentres tu meta, que mantenga encendida la llama de tu pasión y que sea fresca e innovadora. Esto te ayudará a contar con mayores oportunidades de alcanzar el éxito.
2. Aceptar al fracaso
El poeta C. C. Cortez decía que “Se alcanza el éxito convirtiendo cada paso en una meta y cada meta en un paso”.
Muchos personajes célebres fracasaron más de una vez antes de triunfar y antes de ser reconocidos por sus ideas, talento e innovación. Albert Einstein, Charles Chaplin o Bill Gates son algunos casos resonantes de exitosos con fracasos previos.
El mejor beisbolista de todos los tiempos es Babe Ruth, quien entre sus récords ostenta el de… ¡¡¡»mayor número de lanzamientos fallados”!!!
Los estudiosos del éxito coinciden en afirmar que uno de los componentes primordiales para alcanzar el éxito es aceptar el encontrar primero el fracaso. Es necesario crear una mentalidad positiva que será de gran ayuda para impulsar nuevas alternativas para encontrar y llegar al objetivo.
Un buen consejo es no considerar una negativa como una respuesta rotunda; si recibes un no, aférrate a tu idea, levántate y comienza de nuevo.
3. Haz realidad tu idea
En ediciones anteriores de DattaMagazine te contamos la historia de Chris Gardner. Para él, el éxito llegó como producto de la necesidad y no de la oportunidad que genera una idea innovadora. Para algunos, el éxito es un instante de buena fortuna, para otros (como Gardner), en cambio, se trata de un arduo camino de esfuerzos y logros.
Con una vida llena de carencias y fracasos, Gardner asegura que la suerte no es necesariamente un componente de éxito, sino el creer en uno mismo y desarrollar tus virtudes. Este es el momento donde la definición del éxito se aplica, cuando la idea buscada o el logro anhelado se alcanzan.
A nadie se le ocurriría pensar que dos grandes de Hollywood como Clint Eastwood y Burt Reynolds, pudieron haber abandonado la actuación de no haber tenido confianza plena en sus aptitudes y pasión por su sueño de actuación.
Ambos fueron catalogados por un ejecutivo de Universal Pictures como “actores sin talento”. A Reynolds le dijo “No tienes talento” y a Eastwood: “Tiene una papa entre los dientes, su nuez de Adán sobresale mucho y habla con demasiada lentitud”.
4. Reconocer y celebrar
En su libro “Magic Kingdom: The 7 keys of Disney Success”, Thomas K. Connellan investigó las claves del éxito de Walt Disney.
Connellan encontró que uno de los puntos claves del éxito de Disney es el reconocimiento de los esfuerzos y que abrazar el éxito como herramienta impulsora es fundamental para hacer de este momento algo duradero.
Los gurúes del management sugieren utilizar los momentos de satisfacción como propulsores para buscar otros. Los grandes empresarios, creativos e innovadores hacen del éxito un momento aleatorio para encontrar nuevas ideas y metas.
Pero ahora basta de teoría. Compartamos la historia de cuatro casos maravillosos de cuatro genios innovadores y exitosos… que supieron conocer el sabor del fracaso antes lograr el éxito:
Ludwig Van Beethoven: El camino que va de lo imperfecto al arte en su máxima expresión
Beethoven es sinónimo de la perfección hecha música. Sin embargo su vida previa al reconocimiento fue un rosario de fracasos, incluyendo ser considerado como un músico mediocre por sus profesores.
Nació en la ciudad alemana de Bonn y es considerado como uno de los compositores más representativos del clasicismo vienés, junto a Mozart y Haydn.
Cuando murió, el 26 de marzo de 1827, ya era reconocido como uno de los compositores y pianistas más emblemáticos de la época.
Pero el reconocimiento en el ocaso de su vida estuvo precedido por una cadena de fracasos y sinsabores. Los historiadores dicen que Beethoven tocaba mal el violín y sus profesores lo consideraban un músico mediocre y aseguraban que sus composiciones carecían de creatividad y talento.
Dominado por las obsesiones de su padre, se enfrentó desde niño a la opresión y fue obligado a ejecutar piezas difíciles para su edad y a practicar diariamente hasta altas horas de la madrugada.
A los 11 años publicó su primera composición y fue considerado como el nuevo Mozart. Rápidamente se convirtió en maestro y en un dotado del piano.
A los 46 años de edad, Beethoven quedó completamente sordo. Esta circunstancia podría haber abatido y deprimido a cualquier otro músico, en cambió él lo convirtió en su periodo de mayor creatividad, componiendo cinco de sus sinfonías.
Albert Einstein: El padre de la relatividad
Nació en Ulm, Alemania, en 1879. Considerado como el padre de la relatividad, su historia está repleta de fracasos. Hijo de un vendedor de colchones, Albert fue considerado como un niño con problemas de autismo y retraso.
Comenzó a hablar recién a los cuatro años y no leyó hasta cumplir siete. Una de sus profesoras lo describió como “mentalmente lento, insociable y fantasioso”.
En 1895, presenta su examen de ingreso para el Politécnico de Suiza y es rechazado. En 1905 sufrió otro fracaso cuando su tesis doctoral para ingresar en la Universidad de Berna fue rechazada por “irrelevante y fantasiosa”. Recién en 1914 se convierte en director del Instituto Kaiser Wilhelm de Berlín y en profesor de física teórica en la Universidad de Berlín. Un año después, completa la Teoría de la Relatividad General.
En 1933 se muda a los Estados Unidos huyendo del nazismo y comienza a trabajar en el Institute for Advancen Study y en 1939 decide ejercer su influencia política: redacta la célebre carta al presidente Roosevelt, promoviendo el proyecto atómico para impedir la expansión nazi en el mundo. Durante sus últimos años trabajó en la teoría de las cuatro Fuerzas Fundamentales, aún inconclusa.
Muere el 16 de abril de 1955 de un ataque al corazón.
Woody Allen: El trayecto que lleva del estudiante mediocre a director de fama global
Heywood Allen Stewart Konigsberg nació en Nueva York en 1935. Hoy es considerado uno de los directores, actores y guionistas más representativos del cine moderno, sin embargo, llegar a este reconocimiento le llevó unos cuantos fracasos.
Comenzó a trabajar desde muy joven vendiendo chistes a famosos columnistas y cómicos como Ed Sullivan, Sid Caesar, Jack Para y Pat Boone.
En 1953 ingresó a la Universidad de Nueva York donde fue considerado como un estudiante mediocre, y pasaba más tiempo viendo películas que en clases. Terminó el primer semestre de la universidad con un promedio muy bajo, reprobando, entre otras materias, Producción Cinematográfica. Sus profesores afirmaban que Allen nunca iba a conseguir trabajo. Abandonó la universidad al iniciar el segundo semestre.
Dos años después logró su primer contrato en el programa The Colgate Happy Hour, actuó en distintos locales, apareciendo ocasionalmente en algunos programas televisivos. Sin embargo, no fue hasta 1960 que obtuvo su primera oportunidad como guionista y actor para el filme What’s new, Pussy Cat?; ese año conoce a Jack Rollins y Charles Joffe, sus agentes.
Cuenta con más de 30 títulos cinematográficos y ha sido galardonado con distintos premios – Premios BAFTA, Premios Goya, Premios César, el Príncipe de Asturias y los premios Oscar como mejor director y mejor guión.
The Beatles: O cómo pasar de fracasados a leyenda
La primera empresa discográfica que los escuchó los rechazó por considerarlos sin futuro y sin talento.
El grupo de rock británico es considerado como uno de los más importante e influyente en la historia del rock. Su aparición modificó por completo la historia de la música moderna, otorgando a la música popular un papel trascendental en la sociedad contemporánea.
Sus inicios van de la mano con John Lennon, quien influenciado por la música y talento de Elvis Presley, decide formar un grupo de rock junto con Paul McCartney, Ringo Starr y George Harrison con el nombre “The Beetles”, pasando por nombres como “Johnny and the Moondogs”, “Long John and The Beetles” o “The Silver Beatles”. Fue en agosto de 1960 cuando decidieron nombrarlo “The Beatles”.
En 1962, la banda realiza su primera audición discográfica para los ejecutivos de la empresa Decca Recording. Luego de escucharlos, los ejecutivos aseguraron que eran músicos sin gran talento: “No nos gusta cómo suenan. Los grupos de guitarra ya se están agotando”, indicó uno de los directivos.
Ese mismo año, Brian Epstein logró que George Martin, productor de Parlophone – una subsidiaria de EMI Records -, aceptara realizar una prueba a la banda, obteniendo su primera sesión de grabación en Londres. El 6 de junio de 1962, la banda registró sus primeros cuatro temas – Besame Mucho, Love Me Do, P.S. I Love You y Ask Me Why…
A partir de 1963, la “Beatlemanía”, cobró vida y 50 años después sigue viva.