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El atardecer en los Esteros del Iberá

Google ahora quiere luchar contra la muerte

La firma de Mountain View anunció la creación de Calico, una división de la compañía que trabajará en tecnologías de salud y bienestar con el objetivo de aplacar las enfermedades propias de la vejez. No es el único vínculo de la gran G con el área: al tiempo que el buscador entrega «diagnósticos en pocos clics» por fuera del consultorio profesional; Larry Page, CEO de la empresa, declaró una enfermedad en sus cuerdas vocales y su intención de colaborar en la investigación de este tipo de males. Además, las mentadas Google Glass ya fueron utilizadas en quirófanos, y la revista Fortune dijo que Google es la empresa que más cuida a sus empleados en términos de salud laboral.

“Ok Google Now” es el abretesésamo de Moto X, el smartphone que Motorola ya presentó en la Argentina: cuando el usuario dice en voz alta aquellas palabras, el celular promete respuestas para los pedidos de su amo. Permite hacer llamadas, enviar mensajes, consultar el pronóstico meteorológico o activar una alarma, todo ello sin tocar la pantalla. Pero veamos un ejemplo que aplica a los fines de este repaso: al decir, por caso, “Ok Google Now, buscar síntomas de la gripe”, si todo marcha sobre rieles el sistema debería entregar resultados para que el engripado consulte información en torno a su malestar. Este no es el primero de los vínculos de Google con la salud: buscar nombres de enfermedades y medicamentos en Internet, incluso sin un Moto X a mano, es un hábito muy frecuente.

Las estadísticas se engrosan a nivel mundial; ¿consuelo de tontos? Un estudio reciente titulado «Los ciudadanos ante la e-sanidad», llevado a cabo en España, reveló que cerca del 50 por ciento de los internautas utiliza la Web para hacer consultas médicas. En la Argentina, según reveló Infobae, términos como Parecetamol, Clonazepam, Diclofenac, Prozac y Valium cosechan en Google más de 300 mil búsquedas mensuales cada una.

Existe, incluso, un término para este hábito: Cibercondría, suerte de hipocondría new age, es una expresión acuñada por Ryen White y Eric Horvitz, investigadores de Microsoft Research en referencia a la escalada de infundadas preocupaciones que generan las pesquisas web en torno a enfermedades. En directa relación a ello, sostienen en esta interesante entrevista de Cadena Ser: “Aunque en la red así parezca, no todo lo que tose tiene tuberculosis”.

“En el mundo actual, el autodiagnóstico vía Internet es muy común. Encontrar síntomas coincidentes puede llevar a los usuarios a sobreestimar la posibilidad de contraer una enfermedad grave”, afirman los autores de un estudio a cargo de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Hong Kong publicado en Journal of Consumer Research. Tras indicar que las personas suelen minimizar los malestares ajenos y exagerar los sufridos en carne propia, concluyen: “El camino más fácil para deshacerse de esta tendencia es visitar a un médico de verdad en lugar del doctor Google”. Ocurre que este último está en casa y no hace demasiadas preguntas.

En una entrada titulada «Google no es apto para hipocondríacos: el autodiagnóstico suele ser incorrecto» publicada en Entremujeres.com, Cecilia Nine, médica profesional del Hospital Alemán, indica respecto a la fiabilidad de la información arrojada por Google: “Es variable según el origen de la misma pero, más allá de la rigurosidad científica de la fuente, está el sistema de creencias y la capacidad de comprensión del paciente y la preparación intelectual”. “Todo ser humano necesita otro ser humano para que lo contenga”, concluye Nine en desmedro de los diagnósticos entregados por la gran G.

Es justo decir que Google es acusado por exitoso. Yahoo! y Bing, entre otros buscadores, también son, en esta medida, depósitos de diagnósticos livianos.

Google con ambo blanco

Acaso para redimir su “ejercicio ilegal de la medicina” (por favor, lector, no desestime el encomillado en la expresión), la firma con sede central en Mountain View anunció la creación de una nueva compañía, de nombre Calico (por California Life Company), la cual enfocará su trabajo en la lucha contra las enfermedades propias de la vejez. “Probablemente ahora estás pensando que esto es muy diferente a lo que Google hace. Y tienes razón. Pero como hemos explicado a nuestros accionistas, hay un tremendo potencial en la tecnología para mejorar la vida de las personas. Por lo tanto, no se sorprendan si invertimos en proyectos que parecen extraños o especulativos en comparación con nuestros negocios en Internet”, escribió Larry Page, CEO de la compañía, en una entrada publicada en su perfil en Google+. “Creemos que podemos hacer grandes progresos con escalas de tiempo razonables, con las metas y las personas correctas”, añadió Page. Quien estará al frente de Calico es Art Levinson, presidente de Apple y experimentado en biotecnología. El propio Tim Cook, CEO de la cuna de iPhone, dijo que “no hay nadie mejor equipado para dirigir esta inversión”.

El éxito suele echar velos sobre algunos fracasos: no muchos recuerdan un pretérito intento de Google, fallido por cierto, en el campo de la salud. En enero de 2012, la compañía pasó a retiro la herramienta Google Health por no haber captado la atención de los usuarios. “Nuestro objetivo era crear un servicio que pueda entregar a las personas acceso a información sobre salud y bienestar. Quisimos trasladar nuestra exitosa filosofía centrada en el usuario a otras áreas como la salud y tener real impacto en la vida diaria de millones de nuestros usuarios. Hemos observado que Google Health no ha tenido el impacto que esperábamos”, dijo Google en un comunicado.

De la mano de Calico, la firma del buscador vuelve a ponerse al frente de la cruzada: Google quiere ser más poderosa que la muerte. Aunque si fracasa pocos recordarán los ánimos de esta naciente ala de la compañía cuya poderosa lupa, mapas, traductores, sistemas operativos y desarrollos logran eclipsar todo lo que se parezca a un tropezón.

La confesión de Larry

Bajo el paradigma Jobs, muchos cuestionaron a Larry Page, fundador y CEO de Google, por su aparente aversión a los eventos públicos y su fino, a veces finísimo, hilo de voz. ¿Puede el ejecutivo de una de las compañías más poderosas del mundo hablar poco, comunicar poco, no ofrecer show, decir sólo lo justo y necesario? Sin embargo, las razones de Page excedían el ostracismo y la timidez.

El pasado mayo el CEO reveló que padece una enfermedad en sus cuerdas vocales. “Afortunadamente, después de una recuperación inicial, soy completamente capaz de hacer todo lo que necesito en casa y en el trabajo, aunque mi voz es más suave que antes. Y dar largos monólogos es más tedioso para mí y probablemente la audiencia”, explicó. Agregó que “pese a extensos exámenes, los doctores nunca identificaron la causa, aunque hubo especulación de daño provocado por el virus de un resfrío”. Page se animó a bromear diciendo que Sergey Brin, su socio, cree que ahora es un mejor consejero delegado porque escoge las palabras con más cuidado que antes.

En esta entrada en Google+, Page reconoció que durante este proceso ha aprendido mucho sobre la voz y los inconvenientes que existen para la investigación. “Hay un número significativo de personas que desarrollan problemas con uno de los nervios vocales”, dijo y se comprometió a colaborar en la investigación de este tipo de males. ¿Germen para Calico?

Hay más…

En esta nota de DattaMagazine ya hemos hablado de los alcances de Google Glass, las gafas de realidad aumentada que en 2014 irrumpirán en el mercado con promesas de revolución tecnológica. Es sabido: la novedad propicia enfrentamientos. En tal sentido, la propuesta de Glass ha presentado paradojas, también, en el campo de la salud.

Por un lado, expertos en oftalmología se preguntan si el uso de las nuevas gafas de realidad aumentada puede provocar problemas en el ojo humano, conduciendo a síndromes similares a los que derivan del uso de computadoras. “El problema es que tenemos dos ojos y el cerebro odia ver una imagen delante de un ojo y nada frente al otro”, dijo el oftalmólogo Sina Fateh en declaraciones a Forbes. Steve Mann, otro especialista consultado por aquella publicación, dijo que Google Glass y dispositivos similares puede provocar efectos como mareos y confusión. Rebatiendo estas opiniones, Eli Peli, profesor de oftalmología de la Escuela de Medicina de Harvard, dijo que el impacto es muy escaso en la visión del portador. “Tiene un diseño más avanzado para la seguridad y la comodidad que cualquiera de las otras pantallas montadas en la cabeza que he evaluado”, dijo. Bien, vale decir que Peli es consejero en el equipo de desarrollo de Google Glass.

En la vereda opuesta a esta suerte de riña de Google Glass con el bienestar y la salud, hacia finales de septiembre cobró difusión la utilización de las gafas de realidad aumentada en el marco de una operación quirúrgica que fue transmitida en directo desde una clínica madrileña a cerca de trescientas universidades a través de los Hangouts de Google, gracias a la cámara montada en el dispositivo. “Todos hemos visto un quirófano único y global, hemos presenciado la cirugía. Esto es un hallazgo importantísimo”, dijo a EFE Salud el doctor Pedro Guillén, el profesional que operó con un par de Glass delante de sus ojos. Más detalles pueden ser consultados en este video no apto para espíritus sensibles.

Mientras diversos informes dan cuenta de que Google es una de las compañías que a nivel global mejor cuida la salud de sus empleados (Fortune dijo en 2012 que es la mejor empresa para trabajar), lo cierto es que sus vínculos con la salud son, en definitiva, una ineludible consecuencia de su omnipresencia: es difícil apuntar a un sitio, mencionar una persona, estudiar una materia, y que Google no tenga alguna participación allí, por mínima que sea.

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