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Gracias a Snowden, ahora la industria vende privacidad

Las filtraciones a cargo del ex analista de la NSA que revelaron sostenidas maniobras de espionaje por parte del gobierno estadounidense, han vuelto a poner sobre el tapete el debate en torno a la privacidad y el resguardo de la información. Fabricantes móviles han vislumbrado allí un nuevo nicho para explotar y presentan dispositivos que prometen cuidar a capa y espada nuestros datos personales. BlackPhone, uno de los paradigmas, promete plena discreción en llamadas, mensajes y navegación. La aeronáutica Boeing Boeing presentó un smartphone que, como en las películas de acción, se autodestruye cuando cae en manos extrañas. Repercusiones en las altas esferas y también en los productos que llegan a nuestras manos.

Las indiscreciones del Topo

The Washington Post, la misma publicación que hacia 1974 encabezó las investigaciones que derivaron en el célebre “Watergate”, volvió a ser la responsable de la divulgación del escándalo más reciente surgido del riñón yanqui. Poco más de un año ha transcurrido de la publicación de este artículo que presentó en sociedad al señor Edward Snowden, un ex agente de la NSA, la agencia gubernamental de inteligencia, quien divulgó una serie de documentos revelando sostenidas maniobras de espionaje a mandatarios, hombres y mujeres de poder, embajadas, empresas y particulares más allá de las fronteras de Estados Unidos.

PRISM, XKeyscore y Mystic son las denominaciones de algunos de los programas pergeniados por la mencionada agencia. Nacidos en el hermetismo y cubiertos por el manto de la confidencialidad, estos mecanismos cobraron carácter público por las indiscreciones de Snowden. Al puntapié inicial le siguieron cientos de filtraciones aparecidas a cuentagotas como si éstas fuesen entregas de folletín o, en sintonía con la idiosincrasia hollywoodense, como si el escándalo se correspondiera con el argumento de una miniserie de FOX o HBO. Entre otras acciones, se divulgó que la NSA vigiló las llamadas telefónicas de líderes de Alemania, México, Brasil y Francia, entre otros países, según había informado The Guardian; que desde 2009 aquel organismo contaba con la capacidad de grabar y almacenar todas las llamadas de un país extranjero en el marco de un programa que oficialmente presentó este gráfico de evidente matiz burlón; que rastreó la ubicación de millones de smartphones a lo largo y ancho del globo; y que recopiló a diario millones de imágenes subidas a redes sociales y demás sitios web. Entre los tantos etcéteras aparecen casos más curiosos como la intercepción de routers de la firma Cisco antes de que éstos equipos lleguen a manos de los usuarios (así lo contó el sitio Ars Technica, e incluso el espionaje sobre aplicaciones móviles populares como Angry Birds, hecho sobre el cual dimos cuenta en esta nota de DattaMagazine.

Perseguido por el gobierno de Obama y asilado en Rusia, en el marco de una entrevista a la cadena NBC Snowden confesó que fue entrenado como un espía y que actuó fuera del territorio estadounidense utilizando una identidad falsa. Antes, en una teleconferencia el “Topo” había dicho: “¿Lo haría nuevamente? Por supuesto que sí. Hice un juramento para defender la constitución y sentí que había sido violada en una escala masiva”. Más detalles al respecto, en esta nota de The Verge.

Las repercusiones en la industria tecnológica

Si los poderosos se espiasen los unos a los otros y el usuario común hubiese quedado por fuera de la vigilancia, nos anoticiaríamos del escándalo con el típico gesto del espectador que no se involucra directamente en los hechos. Sin embargo, como se ha indicado anteriormente, el ojo vigía de la NSA también alcanzó a los de a pie, reinstalando y extendiendo el debate en torno a la privacidad.

Por un lado, la tensión se hizo patente en las altas esferas de poder. La prensa imprimió títulos como “China considera el iPhone como peligro para la seguridad nacional”; “China investiga a Microsoft por presunto monopolio”; “Symantec y Kaspersky prohibidos por el gobierno chino”; y “El gobierno ruso decide no utilizar procesadores fabricados en Estados Unidos”. Por otra parte, en eventos como NETMundial se abogó por un manejo descentralizado de Internet, luego de que el gobierno estadounidense anunciara que en septiembre de 2015 caducará su contrato con la ICANN, el ente que regula el tráfico en línea, en el marco del escándalo que impulsaron los dichos de Snowden. Este PDF contiene el documento completo que resultó de la asamblea.

Asimismo, el temblor es percibido en la órbita corporativa. Una encuesta del proveedor de hosting Peer 1 arribó a la conclusión de que el 25 por ciento de los empresarios prefiere relocalizar sus servicios en servidores que estén fuera del territorio estadounidense. La ola del espionaje también mojó el ropaje de algunos de los CEOs más afamados, que salieron a la plaza pública a vociferar (¿per la galerie?) su preocupación por la vigilancia de la NSA. El patrón de Facebook, Mark Zuckerberg, publicó en su cuenta: “Cuando nuestros ingenieros trabajan incansablemente para mejorar la seguridad, nosotros imaginamos que estamos protegiendo a los usuarios de los criminales, no de nuestro propio gobierno”. El joven empresario contó que llamó en persona a Barack Obama para manifestar su preocupación y agregó en este post: “El gobierno de los Estados Unidos debería ser el campeón protector de Internet, no una amenaza. Ellos deberían ser más transparentes en sus acciones, de otra manera la gente va a pensar lo peor”. Otros popes de la Web salieron a contarnos que robustecerán sus sistemas a fin de evitar el espionaje. Así contó The Guardian el caso de Yahoo!; de este modo lo hizo The Washington Post en relación a Google y sus mecanismos de encriptado.

Todos somos Bond, James Bond

Los ecos del “Topo” también han retumbado en las góndolas de las tiendas y en los productos que llegan a manos de los usuarios. Sea por un sentimiento de paranoia sin extensos fundamentos, sea por verdadera inquietud frente a la vigilancia, lo cierto es que la privacidad ha comenzado a ser una moneda de cambio. Ahora, el resguardo de la información privada es mencionado entre los beneficios de un producto: si antes un smartphone era promocionado por la velocidad de su procesador, su memoria RAM, su estética exterior, la calidad de su pantalla, etc.; las nuevas tendencias de consumo apuntan, también, a la robustez de los sistemas de seguridad.

Presentado en el Congreso Mundial de Móviles celebrado el pasado febrero en Barcelona, BlackPhone es el paradigma en este sector. El equipo corre con Android, el más popular entre los sistemas operativos móviles, aunque sobre este soft se aplica una capa que el fabricante denomina PrivateOS que llega con un paquete de aplicaciones que convierten a este equipo en uno de los más seguros del mercado. Se trata de un sistema de encriptación basado en el acceso a una red VPN y que, en tanto, promete plena privacidad y seguridad en la gestión del equipo tanto en llamadas, mensajes, navegación, etc. Sus especificaciones resumidas: pantalla de 4.7 pulgadas, procesador de cuatro núcleos a 2GHz, 2GB de RAM, cámara principal de 8 megapíxeles y frontal de 1.3 megapíxeles, 8GB para almacenamiento interno sin capacidad de expansión y conectividad LTE.

En diálogo con la publicación RedUSERS, el cofundador de GeeksPhone, una de las firmas involucradas en este desarrollo, dijo: “Blackphone es una combinación de un sistema operativo personalizado con herramientas para aplicaciones cuidadosamente escogidas para crear un entorno de mayor seguridad y protección de la privacidad de su usuario. Android no ha sido diseñado específicamente con este propósito y realiza concesiones en distintas áreas que nosotros hemos enmendado en nuestro sistema PrivatOS. En esencia, es un sistema Android como el que están acostumbrados a usar la mayoría de usuarios de smartphones, configurado tal y como un experto en seguridad modificaría su propio terminal personal”.

En un segmento en el que también aparecen softwares de mensajería como Telegram que eliminan los mensajes luego de un tiempo prudencial a fin de evitar eventuales indiscreciones; también figura el nombre de una aeronáutica. Boeing Boeing desarrolló Boeing Black; las especificaciones del equipo lo apartan de la alta gama: su pantalla es de 4.3 pulgadas con resolución de 960 x 540 píxeles y su procesador es un ARM Cortex A9 de dos núcleos a 1.2GHz. Sin embargo, llega con un signo distintivo: se trata de un smartphone capaz de destruir la información que aloja en forma remota y que permite a su dueño bloquear el funcionamiento del mismo en caso de robo o pérdida. Esta característica emparenta al equipo con los dispositivos que utilizan los espías secretos en el cine, al mejor estilo Bond. En sintonía, la gran trama que tiene como guionista estelar a Edward Snowden nos recuerda una vieja máxima, aquella que señala que “el arte siempre imita a la naturaleza”.

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