Baterías con platillos digitales, guitarras electrónicas, órganos con bases de orquestas y músicos que pueden emular diferentes instrumentos desde una sola caja sonora. Así se apropia la industria de la música de los revolucionarios inventos tecnológicos que también llega a las cabezas de los creativos músicos.
Puede que algún músico conservador salte en defensa de las tradicionales maneras de hacer música, muy al estilo de Pappo, el guitarrista y compositor argentino, que en un programa de televisión no pudo disimular su disgusto contra la música electrónica y su reacción quedó sellada en la historia televisiva. Sin embargo, de aquel momento a hoy, el avance tecnolígico no dió lugar a este tipo de reclamos y, en la actualidad, las bandas se preocupan tanto por su composición musical, como por la actualización de sus equipos.
Aquel escenario poblado de instrumentos, cables y músicos, podría reducirse ahora en un pantallas con efectos luminosos, algunos pocos instrumentos reducidos a baterías portátiles o guitarras conectadas a un iPhone, es más, hasta los cables van dejando su lugar, por caso, agradeciendo que los instrumentos aún eléctricos cuentan con opciones más autónomas.
Dejando de lado si la música electrónica es o no es música, ya que aquí hablaremos de instrumentos electrónicos o, más bien, digitales, que sirven incluso para interpretar música clásica, rock o folklore, el debate se abre por parte de los músicos en formación. Mientras que algunos ven necesario modernizar los equipos y hasta consideran que los actuales avances mejoran la performance en el escenario, otros no se resignan a aprender a manejar softwares, en lugar de instrumentos propiamente dichos.
El sonido propiamente dicho
Carola Tassareli formó una banda con sus compañeros de la escuela, uno es baterista y el otro es guitarrista. Hasta hace un año tocaban en la banda “Moraditos” y pese a que llegaron a grabar un CD de manera muy casera, lo que más les importa es mejorar la calidad de la música que hacen.
Carola nos cuenta: “Cuando nos juntábamos a ensayar al principio era diferente, tenía otro sonido. Nos llevaba mucho tiempo lograr el sonido que queríamos. Ahora estamos un poco más modernizados, ecualizados, podría decirse”. La banda, como otras tantas del ambiente under, incorporó tecnología a sus canciones, aunque no todo lo que deseaban, y con ello lograron “sacar la música que querían darle a sus seguidores”.
Pero no toda la industria de la música está igualmente preparada para este boom tecnológico, es más, muchos ni siquiera saben qué es lo que se viene o qué es lo que ya está disponible. Lo que sí sucede, es que todavía los costos de la “modernización” son bastante elevados como para que cualquier banda que recién empieza pueda apostar a estos cambios.
Los instrumentos en movimiento
Dejando de lado todos los discursos en contra de sumar tecnología en la forma de hacer música, veremos aquí algunos ejemplos de cuánto cambian las cosas y cómo contribuyen en mejorar, no sólo la composición, sino además, la experiencia de los músicos.
Diego Leroux, baterista de Babel Orkesta, inventó Lima, una batería portátil que no sólo reduce el espacio que utiliza la tradicional batería que todos conocemos, sino que además permite que la persona que está atrás de todo ese armatoste pueda moverse por el escenario al tiempo que está haciendo sonar su instrumento. De hecho, Leroux dijo a la revista RedUsers, al respecto “Necesitaba moverme de un lado al otro del escenario y salir del lugar fijo de la batería” es que además, “En Babel, todos los músicos están en movimiento”.
Crear la batería Lima le llevó un año de experimentación hasta que al fin dió con el secreto de su búsqueda, un aparato con controlador MIDI inalámbrico que envía señales a una computadora donde esta el banco de sonidos, los cuales se reproducen al tocar los sensores. ¿Les dije que los músicos tienen que aprender a tocar botones? Claro, los botones controlan los parámetros de la computadora, mientras que por otra parte se vale de un conversor de señales para lograr el objetivo. Un adimento más, cuenta con baterías recargables y pesa sólo 7 kilos.
Si se preguntan cómo hace Leroux para que suene el bombo de la batería, pues nada quedó fuera de su plan. Para ello desarrolló zapatos con sensores, con los cuales basta con dar unos pisotones acordes a la armonía como para hacer sonar el bombo.
Hasta aquí vimos que un músico se ha encargado de mejorar su propia experiencia. Por su parte, el guitarrista Dave Auld también hizo lo propio, al crear la primer guitarra eléctrica que se conecta con iPhone para mejorar la calidad del sonido y la comodidad del músico.
Así nació Fusion Guitar que, gracias a que posee docks intercambiables, esta guitarra se puede vincular con cualquier equipo de la firma Apple, permitiendo además usar las funciones smart del celular al mismo tiempo que toca el instrumento. Básicamente, la alianza entre la guitarra 2.0 y el iPhone permite que, por medio de ciertas aplicaciones, se pueda mejorar la música que se está haciendo aprovechando efectos sonoros, por ejemplo.
Con un peso de 4 kilos, una batería que dura hasta doce horas, poderosos parlantes y una confección con materiales nobles calificados para emitir buen sonido, Fusion Guitar aguarda en una campaña de Indiegogo para ser apoyada por los seguidores y salir a la venta en el mercado.
Al parecer los músicos no sólo están dedicándose a lo propio, sino que se han convertido en verdaderos ingenieros de la industria musical, la que ademas ya se vale de mezcladoras eléctricas, amplificadores digitales y hasta aplicaciones móviles o de escritorio que permiten darle un efecto más personal a cada composición.