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¿Serán los escritores reemplazados por robots?

Aunque la creatividad literaria se figure como un asunto de profunda esencia analógica, las musas comienzan a generar vínculos con la oferta tecnológica. Comenzamos el recorrido repasando aplicaciones entre las que se incluyen agendas para escritores, grabadoras a mano para no dejar pasar buenas ideas, e incluso herramientas que brindan pautas para mejorar la destreza en este arte. Rematamos este repaso analizando la siguiente incógnita: ¿Podrán las máquinas, en un futuro cercano, escribir en forma creativa y autónoma?

La idea es excitante aunque también es una pésima noticia para mis intereses personales: gracias a la redacción de artículos como éste y a la publicación de algunos textos literarios, me alcanza para pagar puchero, alquiler y pañales para mi hija de dos años. Algunos dicen que ella, en su adultez, convivirá con máquinas capaces de escribir noticias, crónicas deportivas e incluso cuentos o poemas, los cuales requieren un mayor grado de sensibilidad y carácter humano que una llana crónica compuesta por ciertos esquemas en algún sentido prefijados. Una suerte de revolución industrial aplicada a la escena creativa: no será el obrero fabril el obligado a buscar nuevos rumbos a causa del auge mecánico, sino los escribas.

Mientras acomoda su cuerpo a este espacio para algún día ensayar el zarpazo final, la tecnología quiere hacerse compinche con lectores, poetas y escritores. El reino de las aplicaciones es la muestra acabada de esta nueva relación: da cuenta de que el vínculo de la oferta tecnológica con la literatura (tanto en la creación como en el consumo) va más allá de las pantallas, de la difusión de editoriales que privilegian lo digital y de los teclados que han reemplazado a las lapiceras y a las vetustas máquinas de escribir.

Una nueva forma de leer

“El formato tradicional tiene variables a favor: por un lado hay muchos títulos que no están disponibles en ebooks y por el otro te sigue gustando comprarles libros como regalos a amigos y parientes y eso por ahora se hace con papel. El libro electrónico se complementa con el tradicional”, afirmó en una entrevista publicada por La Nación Patricia Arancibia, licenciada en Comunicación además de representante de Barnes & Noble, una de las cadenas de librerías más célebres en Estados Unidos. Aunque sostiene que el libro electrónico no matará a las librerías, lo cierto es que una nueva forma de leer se impone: la venta de ebooks crece en forma exponencial, según revela esta nota en The Digital Reader.

Además de las computadoras, las tabletas y los ebooks que se muestran como nuevas plataformas para despuntar el vicio de la lectura, los amantes de este hábito pueden encontrar frescas alternativas en las tiendas de aplicaciones móviles y también en algunos sitios web. Diseñada para equipos iOS, “Poetika” es una app que se vale de la geolocalización para arrojar poemas según diversos “estímulos” como el estado climático, la hora del día y las condiciones astronómicas. Según anota el desarrollador de nombre Wake Up, estas variables logran que la lírica recomendada sea acorde al estado de ánimo del usuario: “Convertir la poesía en una experiencia personalizada, dejando que sea ella quien te encuentre”, prometen. Entre las 3 mil obras aparecen las firmas de Shakespeare, Quevedo y Petrarca, entre otros autores. Es posible descargar una versión gratuita que, a diferencia de la paga, incluye publicidades.

“P.o.E.M.M.”, siglas que se corresponden con Poems for Excitable Mobile Media, es un proyecto con base en el sitio poemm.net apoyado en la experiencia de Jason Lewis, un profesor del Departamento de Arte y Diseño Computacional de Concordia, Canadá. Su propuesta se enfoca en la lectura de poemas en pantallas táctiles, permitiendo al lector interactuar con los textos de un modo innovador. “La poesía es un medio íntimo pero cuando se trata de poesía digital, la pantalla del ordenador genera distancia entre el escritor y el lector. Las pantallas táctiles permiten que la audiencia pueda tener un mayor acercamiento a las computadoras, como nunca antes”, explicó Lewis. En este video se comprende cabalmente la propuesta de este poeta geek: versos que mutan según donde posemos nuestro dedo sobre el screen.

Otras como “Moon + Reader” (en Google Play) permiten no solamente acceder a diversos formatos de textos digitales; también ayudan a organizar una biblioteca tangible, llevar un inventario de los libros ya leídos y las obras por leer, e incluso establecer el porcentaje de la lectura in progress. En las arenas del lector se destaca la utilización de códigos QR en el lomo de volúmenes de bibliotecas que permiten, mediante un simple escaneo con el smartphone, renovar el préstamo sin la necesidad de acercarse al establecimiento.

El vuelo digital de las musas

Armando, el protagonista de “Inspiración”, un cuento de Roberto Fontanarrosa, es un artista esperando que la inspiración llegue a él en un rapto mágico. La musa, una mujer “de aspecto etéreo que hubiera sido completo a no ser por el cigarrillo que apretaba entre sus dedos largos, amarillentos de nicotina”, por fin llega aunque sin traer aquello que Armando espera: en vez de regalarle ideas, le empuja a trabajar para encontrarlas: “Si querés -propuso Armando- me tirás una idea y te vas. Después sigo yo solo, no tenés porqué quedarte”. Más adelante, escribió El Negro:

“La musa se levantó del sillón, fue hasta la mesa, corrió una silla y se sentó allí.
-Traete papel, unos lápices, fibra mejor, la máquina de escribir…
-¿Para qué?
-Para trabajar, ¿para qué te parece? Si tenés café, traé. Mucho que…”

Frente a esta crítica del rosarino, análoga a la reflexión atribuida a Pablo Picaso (“cuando llegue la inspiración que me encuentre trabajando”) la oferta tecnológica tiene lo suyo para decir: quiere dar ideas al escritor e incluso ayudar a organizar su bohemia. “Poet’s Pad” es una aplicación para equipos iOS 5.0 o superior que, además de una grabadora para no dejar escapar ideas y un organizador de tareas, incluye herramientas que procuran despertar la creatividad de los escritores. Para ello, además de un diccionario de términos que riman, lanza palabras al azar con el ánimo de que el torbellino (eso que en marketing llaman “brain storming”) dé paso a nuevos textos.

“Retos de escritura”, disponible en iTunes y en Google Play, es otro de los paradigmas en estas arenas. “Olvidate del bloqueo ante la hoja en blanco y preparate para escribir sin parar”, anota el desarrollador en la descripción de la herramienta. Al dar cuerda a la maquinaria, la app arroja una propuesta inicial para luego ofrecer en distintos lapsos nuevos disparadores que convierten el proceso creativo en un verdadero juego que, aparte de ludismo, promete mejorar la habilidad a la hora de escribir. Hay más detalles en este video.

Ideal para escritores profesionales, en especial para los dedicados a la ficción, “Writer’s Cafe” es una herramienta diseñada por la novelista Harriet Smart que incluye consejos para escribir, un completo organizador, inspiración mediante citas de escritores famosos e incluso un completo espacio para listar los nombres de los personajes que van apareciendo en el proceso de escritura.

El catálogo para escritores no es tan completo el dispuesto para aquellos usuarios que, por caso, buscan juegos; sin embargo una mirada atenta en Google o en las tiendas de aplicaciones conducirá a éstos y más resultados interesantes.

Un Borges a cuerda

Hemos visto ya: la tecnología gana terreno en el ámbito literario y avanza con el ánimo de, algún día, ocupar la butaca del escriba, quitarle sus bríos y sus medallas. Ese día no parece estar muy lejano: las máquinas han demostrado su capacidad de aprender, evolucionar y dar respuestas. Usted, lector, no creerá que es ciencia ficción el hecho de que ya existan entre nosotros máquinas capaces de escribir textos coherentes sin el auxilio directo de un ser humano. Stats Monkey es un ejemplo de válida mención: este sistema estudia una base de datos y, tras un rápido análisis de aquello, es capaz de redactar un informe. Otro caso: según contó BBC, un laboratorio en Estados Unidos ideó un robot que hace las veces de periodista gráfico deportivo. Mediante estadísticas ingresadas en su sistema y conjugando ciertos giros narrativos, puede dar forma a un texto con un formato similar al de las notas que aparecen en los diarios. El prodigio robótico fue testeado en partidos de béisbol y luego comprado por la firma Narrative Science, que hoy lo comercializa con la promesa de ser una tecnología que “genera piezas periodísticas, informes industriales, titulares y más, sin la intervención humana o edición”.

El próximo paso es la creatividad, ese don de humano que aún no han alcanzado los entes mecánicos. Mientras la ciencia avanza, no se preocupen por mí: espero ser un jubilado viviendo en algún paraje bello cuando estas máquinas se junten a tomar un café para hablar de la rutina y lo duro que ha sido el día en la redacción del diario. Seguramente, mi hija de dos no seguirá el camino de su padre: pensará que el periodismo es algo tan arcaico como todo aquello que, en 2013, ya nadie hace porque lo hace una máquina.

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