Los teléfonos con cuerpo flexible figuran en los planes del fabricante desde hace muchos años, según se pudo comprobar en patentes y prototipos públicos. Ahora, mientras parecen aproximarse los días para la llegada al marcado de estos productos innovadores, Samsung demora el lanzamiento. Analizamos las razones por las cuales Samsung, abanderado en el primer despliegue de los flexibles, avanza a paso lento en este terreno que recién comenzaría a ser transitado en 2019.
Cuatro años puede ser una verdadera eternidad en la vertiginosa industria móvil, un sector acostumbrado a un ritmo de actualización casi perpetuo. Sin embargo, repasos del año 2013 ya hacían referencia a la producción de un teléfono plegable por parte de Samsung. “Un smartphone con pantalla curva representa nuestro compromiso de aumentar el nivel de intensidad de nuestras innovaciones”, había dicho por entonces un ejecutivo de la surcoreana. Y más allá de las diferencias evidentes entre una pantalla curvada y una flexible (que también supone la inclusión de otros ítems de hardware con la misma capacidad), lo cierto es que desde hace años vemos el nombre de Samsung una y otra vez vinculado a este prometedor desarrollo, que aún no ha hecho pie en el mercado en carácter definitivo.
Prototipos mostrados en ferias tecnológicas relevantes, patentes filtradas y otras evidencias sirven para que confirmemos a Samsung como una de las empresas pioneras en el previsto primer despliegue comercial de dispositivos móviles con cuerpo flexible, novedad que podría ser un valioso salvavidas para un negocio que exhibe signos de saturación y desaceleración. Respecto a este último punto, ya en 2016 la consultora Gartner señalaba que “para el sector ha terminado la era de los dos dígitos de crecimiento”, y un informe de TrendForce avanzaba en esa misma dirección al indicar dar cuenta de caídas interanuales en el segmento.
En vista de ello, ¿por qué Samsung estaría demorando el lanzamiento de teléfonos que podrían salvar el negocio? Para explorar las posibles respuestas a este interrogante es preciso analizar una serie de asuntos, como el auge de la realidad virtual. Podemos decir que aquella encantadora e inmersiva tecnología es el salvavidas que la industria ha elegido para sobrevivir en los tiempos que corren. El caso de HTC es paradigmático: la compañía taiwanesa reconoció que los desarrollos VR son ahora para ellos más importantes que los smartphones.
Los fabricantes móviles de mayor renombre se suman a este sector, y Samsung no es la excepción. En rigor, la surcoreana se asoció con Oculus VR, el desarrollador del célebre Oculus Rift, para su Gear VR, que por cierto funciona sólo en vínculo con smartphones y phablets de las series Galaxy S y Galaxy Note. La lógica de Samsung sería la siguiente: esperar que la realidad virtual dé todo su jugo antes de la llegada de las novedades flexibles. O, dicho de otro modo, poner a los flexibles en stand by mientras que la realidad virtual entregue sus réditos en el negocio móvil.
Más allá de aquel análisis, los rumores sobre la llegada de un Samsung con cuerpo flexible se repiten una y otra vez. Hace pocas semanas el sitio ET News dijo el fabricante de Corea del Sur mostrará un prototipo este mismo año, acaso en la feria IFA 2017, y que el dispositivo en cuestión por fin llegaría al mercado a comienzos de 2018. SlashGear señaló además que Samsung habría mostrado esta joya a un grupo selecto de personas en el Congreso Mundial de Móviles que se celebró en Barcelona en febrero de este año, ello bajo un estricto acuerdo de confidencialidad.
Más allá de las especulaciones, lo cierto es que los usuarios más ansiosos deberán calmar su ánimo. Ocurre que a poco de aquellos rumores, un ingeniero de la empresa asiática salió al ruedo a decir que el smartphone flexible de Samsung recién llegará al mercado en el año 2019. El sitio especializado SamMobile dio cuenta de las declaraciones de Kim Tae-woong, de la división Samsung Display: “Debido a que los teléfonos sin marcos tienen buenas ventas, nosotros aún tenemos tiempo suficiente para desarrollar las pantallas flexibles”, advirtió el ingeniero. A nadie debe sorprender que el ritmo de las innovaciones responda a asuntos comerciales y que, en tanto, las compañías reserven ciertas primicias para cuando las mismas sean realmente necesarias (también en términos comerciales).
Una última variable que podemos considerar es el fracaso de Galaxy Note 7. Para desprevenidos, aquella es una phablet que Samsung presentó en agosto de 2016 y que pronto debió retirar del mercado por problemas de sobrecalentamiento de la batería, siendo que además hubo reportes de igniciones y explosiones del dispositivo. ¿Cuál es entonces el vínculo entre aquel tropiezo de magnitud con la demora en las innovaciones? Pues se sabe que desde entonces Samsung aplica procesos de control más rigurosos, siendo que el margen para el error se achicó notablemente para ellos.
Más tiempo de investigación y desarrollo asegura -o aseguraría- la posibilidad de ajustar todos los detalles antes del lanzamiento de un producto, también para los de cuerpo flexible. Ahora bien, las demoras pueden suponer asimismo la llegada de competidores al ámbito de la innovación y ser un arma de doble filo para los fabricantes. Y en este terreno es sabido que LG trabaja también en pantallas flexibles.
En resumen: llegar en primera instancia pero no fallar, y no “canibalizar” a sus propios dispositivos, aparecen como las claves por las cuales Samsung estaría demorando su gran novedad. Y si bien los flexibles recién llegarías a manos de los usuarios en 2019, no se descarta que en las próximas ferias el fabricante comience a mostrar la promesa.