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La cuenta regresiva para que el sexo tenga su propio dominio en internet ya empezó. Desde diciembre, los sitios de pornografía (los más buscados de la red) estarán identificados con la extensión .xxx al final de su dirección web.
Es decir, una página cuyos contenidos sean para mayores de 18 años (o 21 según el país) deberá terminar obligadamente con .xxx en lugar del .com actual. Se trata del final de un debate que duró casi una década entre partidarios y detractores de la implementación de este nuevo dominio para identificar las “zonas rojas” de internet.
Por supuesto, como se trata ante todo de una discusión de dinero, su objetivo no es combatir la proliferación de los contenidos pornográficos, sino sólo circunscribirlos a un nicho específico de la web, que no casualmente es el principal.
Las estadísticas dicen que casi el 40% de lo que se puede leer y ver en internet es pornografía y que el 35% de las descargas también lo son. Se trata del negocio más lucrativo de la red. Ni entretenimiento, ni juegos de azar ni mucho menos noticias (¡snif!). No, lo que la mayoría de la gente quiere ver en internet es sexo, sexo, sexo.
Otra vez las estadísticas lo confirman, por si queda por allí algún incrédulo. Según DonWeb, empresa argentina dedicada a registrar dominios de internet, casi la mitad de los internautas (43%) visitó alguna vez algún sitio con material pornográfico.
Y mientras el imperio Playboy (y otros gerontes de la industria del porno más soft, como Penthouse) parecen derrumbarse definitivamente, los dominios sex.com y porn.com están entre los más valuados de la historia: si alguien quisiera comprarlos hoy para explotarlos en una página web, deberá pagar U$S 13 millones y U$S 9,5 millones, respectivamente.
Un dineral que se transforma en una gran inversión (para quien cuente con tamaña cantidad de dólares, claro) si tenemos en cuenta que, según DonWeb:
1- Las palabras ‘sexo’ y ‘porno’ están en el top 5 de las búsquedas de usuarios menores de 18 años.
2- El 25% de todas las búsquedas que se realizan en motores de búsqueda (como Google) están relacionadas con la pornografía.
3- 2.500 millones de emails pornográficos circulan por la red al día, lo que equivale al 8% del total de correos.
4- Un 20% de los hombres y un 20% de mujeres admiten ver porno on line en el trabajo.
Estos números son los que tienen en cuenta los “cazadores de dominios”, personas cuyo trabajo consiste en registrar nombres de sitios web para después vendérselos a quienes quieran utilizarlos en una página ya desarrollada. Por supuesto, no vale lo mismo registrar sex.com que -imaginemos- alavueltadelaesquina.com (escucho ofertas).
El negocio alrededor de la flamante extensión triple x no empezó ahora, sino hace tiempo. La entidad responsable de los .xxx, la “ICM Registry”, asegura que a fines de 2010 ya existían unas 110.000 pre-reservas. Hoy, esa cifra se ha duplicado varias veces y representa varios miles de millones de dólares que hacen girar la rueda de la pornografía como el gran negocio del siglo XXI. Un siglo triple X.