El sitio OkCupid defendió a Facebook y confirmó que también hace experimentos con los usuarios.
Hace unas semanas atrás fue de público conocimiento que Facebook estudió el “contagio emocional” alterando las notificaciones. La noticia que logró un gran impacto en la opinión pública hoy tiene un nuevo revés luego de que la web de citas OkCupid revelara que también estudia a sus usuarios y que quienes usan las redes sociales debieran saber que están sujetos a este tipo de experimentos.
Para los ingenieros del sitio de relaciones virtuales los experimentos son necesarios para mejorar el funcionamiento del servicio, por esta razón y a modo de justificación, el cofundador de la web publicó un artículo en el blog donde, entre otras cosas, dice: “Adivinen: si usas internet, entonces serás objeto de cientos de experimentos en cualquier momento, en cualquier site. Así funcionan las páginas web”.
Explicó en detalle tres experimentos que OkCupid realizó en el último tiempo: En uno eliminaron las fotografías de los perfiles para comprobar que el sitio seguiría funcionando de igual manera y hasta más rápido. Luego volvieron a incluir las fotografías para ver qué les generaba a los usuarios, a lo que el cofundador dijo “fue como encender las luces en una bar a medianoche”.
Finalmente, la tercera prueba fue más polémica aún ya que manipularon los porcentajes de compatibilidad para verificar si los usuarios se dejaban llevar por lo que el sitio les decía o no. Por ejemplo, les decían que no eran compatibles cuando en verdad sí lo eran. Entonces pudieron confirmar que sí se dejaban guiar por el sitio.
En el caso de OkCupid como en el de Facebook, los usuarios no fueron advertidos en ningún momento de que cierta información podría ser “retocada” para que ellos evalúen el funcionamiento del sitio, y mucho menos de que los resultados que verían plasmados en las redes pueden no ser reales y conformar una “prueba de laboratorio”.
Para ellos está justificado no sólo en los sitios que representan sino en todo el entorno de Internet. Pero para el resto de la sociedad, un temor (no tan nuevo) renace: ¿Es verdad lo que vemos en las redes sociales?